Fridul, S.A. es una firma con más de 40 años de experiencia en el sector del chocolate. Nos dedicamos a la fabricación y comercialización de todo tipo de bombones, tabletas y otros productos relacionados con el mundo del chocolate, tanto a nivel nacional como internacional. Desde Julio de 2010 nuestra empresa posee las certificaciones de calidad y seguridad más importantes dentro del sector alimentario a nivel internacional: IFS (International Food Standard) y BRC (British Retail Consortium). Actualmente, poseemos una calificación en BRC de grado “AA+” y un nivel superior al 98,8% sobre 250 requisitos en IFS. Cada año, la entidad certificadora SGS (líderes mundiales en inspección, verificación, ensayos y certificación) visita nuestras instalaciones y corrobora que cumplimos con los más exigentes estándares en calidad dentro del sector alimentario. Estas certificaciones son reconocidas tanto por el sector público como por el privado y ofrecen al consumidor la completa seguridad de que el producto que está adquiriendo cumple los más altos niveles de seguridad higiénico-sanitaria. Además, gracias a ellas tenemos acceso con total garantía a amplios mercados nacionales e internacionales. En definitiva, las normativas que cumplimos son muy exigentes en cuanto a la preparación, transformación, manipulación y envasado de nuestros productos alimentarios, así como en lo referente a instalaciones, almacenamiento, transporte y distribución.
En la elaboración de nuestras coberturas no incluimos grasas vegetales; tan sólo manteca de cacao, respetando la composición original de nuestro chocolate de calidad.
Al cacao y al azúcar se le añade, en la proporción debida, la manteca de cacao. Todo se introduce a la amasadora, donde se hace la mezcla perfectamente homogeneizada, que luego pasa, a su vez, por la refinadora, cuyo objetivo es reducir las partículas del cacao a micras.
A fin de darle a la masa la finura máxima y la mayor untuosidad, se somete al proceso del conchado, cuya función, por medio de brazos mecánicos, es producir un calentamiento por fricción que termine de evaporar la humedad y eliminar los ácidos volátiles que hayan podido quedar aún en el chocolate. Esto hace que el sabor agradable que adquiere entonces sea totalmente distinto del que tenía hasta ese momento, debido al proceso de liberación de sustancias que en nada le beneficiaban.
Terminado el conchado, el chocolate en forma líquida pasa a unos tanques de mantenimiento a una temperatura aproximada de 40º C, para luego pasarlo al proceso de atemperado. El objetivo es obtener una adecuada cristalización de la manteca de cacao.
Todo este proceso se lleva a cabo con mucha calma, dedicándole todas las horas necesarias, persiguiendo siempre una suavidad especial en nuestro chocolate.
El chocolate llegado a este punto está listo para ser moldeado, es decir, adquirir la forma que queremos dar a nuestros bombones. En este instante también se añaden los rellenos que cada uno vaya a contener. Todo este proceso se realiza en los moldes correspondientes, que posteriormente entran en un túnel a baja temperatura, que es donde se endurece y adquiere la forma definitiva con la que se venderá al público, una vez que haya pasado por el proceso de envasado.
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